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Personas tóxicas: tipologías y antídotos

22/6/2014

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Como os habíamos prometido aqui tenéis la segunda parte del artículo "Relaciones Tóxicas: reconocerlas y evitarlas". Nos referiremos a las posibles tiplogías de personas tóxicas asi como de ciertos antídotos para controlarlas o superarlas.


El autor Stamateas ha desarrollado en su libro una lista con las distintas tipologías que adoptan estos las personas que resultan ser tóxicas. Éstas son algunas de las formas que adoptan:


  • Meteculpas: La culpa es uno de los sentimientos más paralizadores que hay, hace que nos detengamos en la búsqueda de nuestras metas. Este tipo de gente tóxica siempre traslada un mensaje: "No eres lo bastante bueno", "tú me haces ser así" o "me sacas de quicio".
  • Envidioso: Siempre trata de buscar aliados. Hablará con otros para envenenarlos porque su objetivo es boicotear cada uno de tus proyectos. El que calumnia, probablemente, no puede tener el mismo brillo que tú.
  • Descalificador: Su objetivo es controlar nuestra autoestima, hacernos sentir nada ante los demás para que él o ella pueda brillar y ser el centro de atención.
  • Agresivo verbal: Los gritos, las contestaciones agresivas y fuera de lugar son sus armas para hacer a la otra persona sentirse incapaz, débil e insegura. Su objetivo es despertar miedo a su alrededor para ser respetado.
  • El psicópata: Muestran una imagen que no se corresponde con su interior. Son tus 'amigos' mientras les sirves para conseguir sus propósitos. Una vez alcanzados te desechan y te tratan como si no te conocieran. Siempre se ofenden por todo. Hablan mal de todo el mundo. Son resentidos y amargados, y nadie puede sugerirles nada. Se muestran incapaces de detectar el sufrimiento humano.
  • El chismoso: Hay un aforismo que dice "no todos repiten los chismes que oyen, algunos los mejoran". Este tipo de persona difunde rumores de manera constante para menoscabar tu imagen. Los rumores tienden a simplificarse en una única idea para hacerla asimilable por la masa. Busca notoriedad y hacer aliados.
  • El quejoso: Se lamenta todo el tiempo: "Su discurso le ata más al pasado y a la dificultad". Es dependiente y espera a que el otro resuelva sus problemas. Tiene una mente cerrada, duda de todo y no tienen metas. La diferencia es que son seres tóxicos para sí mismos y para los demás.

Ante este tipo de formas de actuar nos preguntamos: ¿cómo podemos crear antídotos contra personas o situaciones tóxicas?

Para el psicólogo Juan Cruz hay antídotos para este virus que infecta las mentes de muchas personas que están en contacto con un entorno laboral o afectivo poco saludable:

  • Detectar: Une medida para desintoxicarse es precisamente entrar en contacto con el veneno inoculado por el exterior o por ti mismo. "Hay que detectar la toxicidad para poder salir de ella. No escapar sino hacerle frente. Sólo gracias a esa toma de conciencia como observador externo el lóbulo frontal se activa y genera calma", explica Cruz.
  • Adaptarse: Aunque la situación sea muy tóxica, se pueden desarrollar estrategias para poder adaptarse a ella. Es decir, tenemos la capacidad de aprender a descodificar la misma información de diferente manera.
  • Abstracción: Todos somos libres de 'cerrar la ventana' de nuestra mente al ruido del exterior. Aunque nos bombardee con mensajes letales, tenemos la capacidad de protegernos y cerrar las compuertas de nuestra mente a esa información.
  • Autoestima: Potenciar los recursos que cada uno tiene, realizar actividades que refuercen nuestras aptitudes y habilidades, buscar nuevos entornos más salubres donde se aprecien nuestras cualidades.
  • Relaciones sociales: Cultivar los vínculos afectivos verdaderos y las relaciones sociales basadas en valores. Fomentar la interdependencia y una buena red de amistades.
  • No al victimismo: Abandonar la autointoxicación, ese diálogo interior que repite una y otra vez los mismos mensajes negativos sin ofrecer nunca una salida.
  • Solidaridad: Hacer cosas por los demás o implicarse en proyectos solidarios es una buena forma para salir de uno mismo y su propia 'desgracia'. Además, ayudar a otras personas que sufren es bueno para relativizar.
  • Abandonar: En ocasiones, sobre todo cuando las consecuencias afectan a la salud, hay que abandonar las situaciones contaminantes. Pero no es una derrota porque, a veces, para sobrevivir en un entorno tóxico, hay que convertirse en un ser tóxico. Y ese es un precio demasiado alto. Hay momentos en que una retirada a tiempo es una victoria.

Esperamos que estas pequeñas puntualizaciones sobre las tipologías de las personas tóxicas, así como los pequeños antídotos o formas que tenemos para defendernos, os ayuden a identificar relaciones que puedan estar siendo negativas en vuestra vida y sobre todo os ayude para no llegar a ser el agente de esta toxicidad. 

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Manifestaciones poco conocidas de la depresión

19/6/2014

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Las personas tienden a pensar que el signo revelador de la depresión es una tristeza penetrante que se arrastra día tras día. Sin embargo, la depresión a menudo se manifiesta de forma completamente diferente: como mareos, dolores u olvidos.

Estos síntomas "inusuales" son en realidad bastante comunes y pueden enmascarar la depresión y retrasar un diagnóstico. Por ejemplo, a veces es difícil diagnosticar la depresión en personas mayores ya que no suelen expresar que están deprimidas. Lo que ocurre es que usualmente presentan síntomas físicos que no suelen asociar a sus sentimientos: dolor, problemas de memoria, dificultades para dormir o cambios de apetito. En esta población incluso es mas probable que sea difícil de diagnosticar una depresión, ya que esta generación abriga un estigma en relación a la enfermedad mental, que hace que quieran ocultar ciertos síntomas o sentimientos.
    
Para determinar una depresión, se pueden buscar otros síntomas además de la tristeza:

  • Problemas para dormir
  • Falta de energía
  • Problemas para concentrarse
  • Indecisión
  • Pérdida de memoria
  • Pérdida de apetito
  • Cambios importantes en el peso
  • Dolores y molestias que no desaparecen

La depresión aparece y crece paulatinamente, causando repercusiones que amplían la tristeza y la hacen más persistente, afectando la calidad de vida e incluso la capacidad funcional de la persona. Es por esto que es tan importante el no ignorar sus síntomas y buscar ayuda.

Si tienes uno o varios de los síntomas mencionados en este artículo, que no pueden ser atribuidos a alguna enfermedad o dolencia, el buscar apoyo en alguien que pueda ayudarte a determinar si es una depresión es ya un gran paso.
    
Recuerda que la aplicación de un tratamiento efectivo a la mayor brevedad posible se asocia con una notable reducción del sufrimiento físico y con un mayor sentimiento de bienestar y rápida recuperación.


Con información de Stephanie Watson

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Una mirada clarificadora del trauma psicológico

4/6/2014

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La palabra trauma deriva del griego y significa herida. Un  suceso traumático puede definirse como un acontecimiento negativo intenso que surge de forma brusca, que resulta inesperado e incontrolable y que, al poner en peligro la integridad física o psicológica de una persona que se muestra incapaz de afrontarlo, tiene consecuencias dramáticas para la víctima, especialmente de terror e indefensión.

Sucesos traumáticos habituales:

INTENCIONADOS

• Agresiones sexuales en edad adulta.
• Relación de pareja violenta
• Terrorismo, secuestro y tortura
• Muerte violenta de un hijo
• Abuso sexual en la infancia
• Maltrato infantil

NO INTENCIONADOS

• Accidentes (de tráfico, choques de trenes, etc.)
• Catástrofes naturales (terremotos, inundaciones, etc.)

Cualquier trauma afecta profundamente la confianza de la persona en sí misma y en los demás. Los síntomas derivan de la vivencia súbita de indefensión y de pérdida de control, del temor por la propia vida. Las víctimas tienden a revivir intensamente, con mucha frecuencia y de forma involuntaria el suceso vivido, bien en forma de pesadillas, bien en forma de recuerdos agobiantes y de sentimientos perturbadores, que pueden activarse ante cualquier estímulo, por mínimo que sea. Todo ello viene a reflejar que las imágenes de lo ocurrido quedan grabadas en la memoria icónica del sujeto. Es como si la memoria se encasquillase y no pudiera dar una salida normal a las experiencias vividas (Echeburúa y Corral, 1995).

Por su parte, las personas afectadas se encuentran permanentemente en un estado de alerta y sobresaltadas, presentan dificultades de concentración en las tareas cotidianas, se muestran irritables y tienen problemas para conciliar el sueño. Por ello, tienden a sentirse desbordadas por los acontecimientos cotidianos y a estar persuadidas de que ya nada está bajo su control. Un estado permanente de alerta lleva al agotamiento porque, además de estar alterado el sueño, todos los sentidos de la víctima están atentos sin descanso a los posibles peligros de la vida cotidiana. Las conductas de evitación desempeñan un papel muy importante en las limitaciones experimentadas por las víctimas.

Evidentemente existen diferencias en las formas en que los individuos afronta este tipo de traumas. Por una parte, existen personalidades resistentes al estrés. Estas  se caracterizan por el control emocional, la autoestima adecuada, unos criterios morales sólidos, un estilo de vida equilibrado, unas aficiones gratificantes, una vida social estimulante, un mundo interior rico y una actitud positiva ante la vida. Todo ello posibilita echar mano de los recursos disponibles para hacer frente de forma adecuada a los sucesos negativos vividos, superar las adversidades y aprender de las experiencias dolorosas, sin renunciar por ello a sus metas vitales. Este tipo de personalidad funciona como un amortiguador o como una vacuna protectora que tiende a debilitar la respuesta de estrés.

Por otra parte, hay personas que son muy sensibles y, por ello, les afectan de forma especial los hechos que les ocurren, por insignificantes que éstos sean. Estas personas están predispuestas a tener una respuesta más exagerada e intensa que otras ante un mismo suceso negativo. En este sentido, la mayor o menor repercusión psicológica de un suceso traumático en una persona depende de su vulnerabilidad psicológica, que se refiere a la precariedad del equilibrio emocional, y de su vulnerabilidad biológica, que surge de forma innata y que está relacionada con un menor umbral de activación psicofisiológica. Ambos tipos de vulnerabilidad pueden amplificar, a modo de caja de resonancia, el daño psicológico de las experiencias negativas sufridas. En estos casos son es determinante la influencia de factores psicosociales protectores como el apoyo social, tanto personal como institucional.

El grado de daño psicológico (lesiones y secuelas) está mediado por la intensidad o duración del hecho y la percepción del suceso sufrido (significación del hecho y atribución de intencionalidad), el carácter inesperado del acontecimiento y el grado de riesgo para la vida, las pérdidas sufridas, la mayor o menor vulnerabilidad de la víctima y la posible concurrencia de otros problemas actuales (a nivel familiar y laboral, por ejemplo) y pasados (historia de victimización), así como por el apoyo social existente y los recursos psicológicos de afrontamiento disponibles.

Aquí os describimos algunas estrategias de afrontamiento en estos casos, tanto positivas como negativas.

Estrategias de afrontamiento positivas:

·      Experiencia compartida del dolor y de la pena
·      Aceptación del hecho y resignación
·      Reorganización del sistema familiar y de la vida cotidiana
·      Reinterpretación positiva del suceso (hasta donde ello es posible)
·      Establecimiento de nuevas metas y relaciones
·      Búsqueda de apoyo social
·      Implicación en grupos de autoayuda o en ONG

Estrategias de afrontamiento negativas:

·      Anclaje en los recuerdos y planteamiento de preguntas sin respuesta
·      Sentimientos de culpa
·      Emociones negativas de odio o de venganza
·      Aislamiento social
·      Implicación en procesos judiciales, sobre todo cuando la víctima se implica voluntariamente en ellos
·      Consumo excesivo de alcohol o de drogas
·      Abuso de fármacos

Una consecuencias que puede derivarse de situaciones traumáticas es el llamado trastorno por estrés postraumático o TEPT el cual es un trastorno psicológico clasificado dentro del grupo de los trastornos de ansiedad. Se caracteriza por la aparición de síntomas específicos tras la exposición a un acontecimiento estresante, extremadamente traumático, que involucra un daño físico o es de naturaleza extraordinariamente amenazadora o catastrófica para el individuo.

Vía: "La resistencia humana ante los traumas y el duelo". Drs. Enrique Echeburúa, Paz De Corral y Pedro J. Amor

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