Las causas o factores asociados con la disfunción eréctil pueden ser múltiples. La considerada como más importante es la de origen vascular, luego podemos encontrar la disfunción neurogénica, relacionada con la irrigación sanguínea y nervios del miembro y también en el ámbito físico, se encuentran factores relacionados como la diabetes y la hipertensión. A menudo, el tabaquismo y los altos niveles de colesterol en la sangre también se asocian con la disfunción eréctil.
Por último, encontramos los factores de tipo psicológico como el estrés y la ansiedad. Según estudios recientes tanto la ansiedad como el estrés, lamentablemente cada vez más presente en nuestras vidas, inciden negativamente en el mecanismo neurovascular de la erección del pene e incluso pueden favorecer la disminución de testosterona.
Cuando el estrés es continuo nuestro organismo libera unas sustancias denominadas catecolaminas (adrenalina o nodralenanina), hormonas que mantienen el organismo en alerta y que son producidas por el sistema simpático para mantener la presión arterial alta. Estas hormonas son vasoconstrictoras, es decir, cierran los vasos sanguíneos incluyendo los de los cuerpos cavernosos, como es el caso del pene que, al no llenarse de suficiente sangre, no consigue la erección.
Dado que estas causas pueden ser tan variadas resulta muy importante que el tratamiento sea multidisciplinar para que realmente pueda tener el efecto deseado.
En caso de que las dificultades de erección se relacionen directamente con el estrés o la ansiedad os damos algunos consejos que pueden ser de gran utilidad.
En primer lugar, es aconsejable buscar un equilibrio entre el tiempo dedicado trabajo y el tiempo de ocio. Con respecto a la pareja suele ser recomendable mantener una comunicación abierta y constante, ya que en ocasiones el estrés que producen los problemas o discusiones de pareja pueden hacerse crónicos y generar deterioro de la comunicación interpersonal.
La comunicación con la pareja desempeña un papel fundamental en la búsqueda de soluciones, porque no se trata de un problema que afecta sólo al hombre, también el cónyuge se ve afectado por unas relaciones sexuales poco satisfactorias. La mayoría de los especialistas están de acuerdo en que la participación de la pareja es vital porque así se tiene otra visión del problema y, además, porque muchas parejas sienten que el fracaso de su compañero es por su culpa.
Los tratamientos de tipo psicológico ponen su énfasis en la modificación de la conducta frente al acto sexual. Luego suele venir la fase de rehabilitación, donde se debe pasa por etapas como: la relajación, sensibilización y un nuevo condicionamiento de la conducta. Sin embargo, es muy importante resaltar que cada caso suele ser diferente, por ello es importante adaptar el tratamiento a cada uno en particular y por supuesto contar con las ayuda de profesionales expertos en esta materia.
Con información de Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP)