Es considerada como una emoción cognitiva basada en una emoción más básica: la vergüenza. En el niño la vergüenza surge al año o año y medio, mientras que la culpa lo hace a los 3 o 4 años.
Pueden existir dos tipos de culpa:
- Una que podemos llamar culpabilidad sana o manifiesta: aparece como consecuencia de un daño real que le hemos podido causar a alguien. Su utilidad reside en ayudarnos a adaptarnos al medio y a respetar las normas para no perjudicar a los demás. Puede funcionar como un castigo cuando no las cumplimos.
- Otra que podemos llamar culpabilidad mórbida: es la que surge cuando no ha existido ninguna falta objetiva que justifique dicho sentimiento. A diferencia de la anterior, este tipo de culpabilidad es destructiva y no nos ayuda a adaptarnos al medio. Cuando la culpa no funciona bien y no cumple con su función adaptativa puede ocurrir por exceso o por defecto. Cuando ocurre por exceso se le suele relacionar con la depresión, por el contrario cuando ocurre por defecto suele relacionarse con el perfeccionismo.
El sufrimiento suele ser la opción más fácil ante una conducta de la que nos avergonzamos, a veces por un exceso de severidad. Pero esta severidad hacia nosotros mismos nos puede paralizar y volvernos impotentes y pasivos. El sentimiento de culpa irracional e invalidante impide buscar la paz interior consigo mismo y con el entorno familiar y social. Por esta razón resulta fundamental poder encontrar el bienestar a través de la disminución de este sentimiento.
En muchas ocasiones el sentimiento de culpa llega a ser tan fuerte que provoca síntomas físicos como la sensación de presión en el pecho, el dolor de estómago, dolor de cabeza o sensación de peso en los hombros. A esto se le suman los pensamientos recurrentes de auto reproche, agresividad hacia uno mismo y un fuerte desasosiego.
Como podéis ver el sentimiento de culpa mórbido puede haceros mucho daño por lo que resulta importante reflexionar sobre sus posibles causas y tratar de trabajarlo y aprender manejarlo lo mejor posible. No os acostumbréis a vivir con él, recordar que siempre podéis encontrar una solución y/o aprender a sobrellevarlo.